La logística es un sector en constante cambio. La industria, por naturaleza competitiva, reconoce que el panorama es ahora más complejo que nunca. Las interrupciones tecnológicas, las exigencias de los clientes y los cambios en el comportamiento de compra han planteado el desafío del siglo: la omnicanalidad.
La tendencia, bien aplicada, mejora para los minoristas la experiencia del cliente y proporciona más canales para la compra, ya sea a través de los dispositivos móviles, la web o en las propias tiendas físicas.
La disponibilidad de múltiples canales conduce a un aumento de las ventas y del tráfico. De hecho, los clientes omnicanal gastan entre un 15% y un 30% más que los clientes monocanal o multicanal. Además, según indica Google, un 75% de los consumidores son más propensos a visitar una tienda si encuentran información sobre el comercio online.
No obstante, más allá del aprovechamiento para incrementar los ingresos del comercio digital, la omnicanalidad genera un tráfico importante que aumenta el flujo de cargas a asumir por parte de los operadores.
De esta manera, tanto la logística como el transporte asumen el desafío, proponiendo soluciones adaptadas a cada necesidad.
La tecnología ha puesto sobre la mesa maneras de consumir desconocidas hasta ahora. Sin embargo, esta debe cumplir con las exigencias del cliente, que puede encargar y retirar sus productos en cualquier momento y lugar.
No obstante, al igual que supone un impulso, el desconocimiento sobre la tecnología necesaria para implementar este tipo de operativa supone un freno para muchas compañías. En España, más de la mitad de las empresas, concretamente el 55%, no cuentan con estrategias omnicanal.
Tal y como recoge el último estudio publicado por eMarketer, gran parte de estas empresas no se atreven a dar el paso por la complejidad que supone familiarizarse con las nuevas tecnologías. El tiempo que se dedica a ello, apunta, hace que se requiera de un esfuerzo extra con el fin de mantener el foco en la información que de verdad importa.
Sin embargo, la tendencia no solo presenta desafíos para los retailers, también para sus proveedores. La omnicanalidad tiene un impacto directo sobre los tres pilares que sustentan cualquier cadena de suministro: la visibilidad, la agilidad y la sincronización.
No solo eso. Infraestructura y estrategia también se ven afectados por los retos que llegan.
En esta línea, un estudio reciente de Capgemini apunta que aquí, el reto tiene que ver con la necesidad de luchar frente al cuello de botella que, para muchos minoristas, supone este conjunto de tareas añadidas. De esta manera, la colaboración y la delegación de tareas en proveedores de confianza son esenciales para superar el desafío con éxito.
Frente a flujos de mercancías cada vez más heterogéneos y masivos, la logística señala a su gran aliado, la tecnología. Y es que, confiar en sistemas como los WMS ha demostrado ser, sobre todo desde la irrupción de la pandemia, imprescindible.
Sin duda, una decisión trascendental que las empresas deben tomar para optimizar su almacén es la elección de un sistema WMS. ¿La razón? Es simple, para mantener la competitividad, cualquier compañía debe establecer un flujo de mercancías fluido, preciso y oportuno.
El WMS es esa solución. Se trata de sistemas de gestión de almacenes que ofrecen visibilidad de todo el inventario y gestionan las operaciones logísticas, desde el centro de distribución hasta la estantería de la tienda.
En ello reside su potencial para la omnicanalidad, ya que, a parte de generar pedidos de gran volumen, es capaz de procesar envíos tradicionales y de comercio electrónico desde un mismo inventario.
Además, brinda la flexibilidad y la capacidad de configuración que los minoristas necesitan para operar ágilmente un negocio omnicanal.
Un WMS es una solución flexible que se adapta a los diferentes flujos de compras y envíos de los consumidores (ejemplo: compras online y entrega a domicilio, click and collect, compras en tienda y entrega a domicilio, entre otros). Adaptarse a este nuevo abanico de posibilidades permitirá a los canales de distribución realizar su trabajo de una forma más fácil, rápida, eficaz y automática, evitando procesos manuales e innecesarios que supondrán sobrecostes para el consumidor final.
Un WMS permite administrar y optimizar la reposición de diferentes canales de venta. Además, esta solución permite un proceso de reposición preciso en temporada alta y gestiona de forma inteligente los pedidos según el tipo de pedido (unidades, palets mixtos, etc.).
Un WMS avanzado permite la comunicación con diferentes soluciones tecnológicas para que la cadena de suministro esté sincronizada.
En conjunto, la tecnología ha demostrado ser clave para la supervivencia de cualquier empresa. Sin embargo, cuando hablamos de logística, su peso aumenta. Por ello, contar con un buen partner tecnológico, capaz de entender los entresijos de la cadena de suministro y su impacto sobre cualquier actividad empresarial, es vital.
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